Hoy quiero compartir una vivencia personal.

Una de esas situaciones que nos remueven y nos enseñan más de lo que parece.

Hoy tropecé.No por falta de compromiso, sino por humanidad.

Me dolió. Me puse nerviosa. Me sentí lejos de mi centro.Pero reaccioné. Y en medio del caos, actué.

A veces creemos que la filosofía nos abandona cuando fallamos.

Pero en realidad, es cuando más nos acompaña —silenciosa, firme, esperando que recordemos

No se trata de no caer, sino de saber volver con dignidad.

Hoy aprendí.

Hoy me perdoné un poquito.

Y mañana… volveré con más claridad.

La filosofía práctica no es solo para los días en que todo sale bien.Es también —y sobre todo— para esos días torpes, agitados, humanos.

Te invito a recordarlo conmigo cada vez que sientas que todo se mueve.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *